Licencias para compartir contenidos: opto por BY-SA
Sin duda, uno de los aspectos que más quebraderos de cabeza origina cuando elaboramos materiales y los compartimos a través de Internet es hasta qué punto queremos que otros usuarios utilicen nuestro trabajo, y en caso de estar de acuerdo, bajo qué condiciones.
La primera parte del problema ya nos habrá surgido antes, cuando nosotros mismos hemos podido (re)utilizar los contenidos de otros autores. Habremos verificado antes de usarlos si efectivamente nos han autorizado a ello, y de nuevo, bajo qué condiciones.
Tenemos la (mala) costumbre de pensar que aquello que está en la red, y que puedes conseguir tan fácilmente como capturando una pantalla o dando a la opción "Guardar como..." del botón derecho, es gratis. Que no hay que pagar por ello. Y tal vez sea cierto que no hay que pagar con dinero, pero sí al menos con el respeto hacia quien ha podido invertir mucho tiempo y esfuerzo en elaborar un trabajo, y cuando menos habrá que reconocérselo. Y si no se puede guardar, quién me impide "plagiar" una idea...
Una solución al problema son las licencias. Desde el copyright, que preserva la titularidad y todos los derechos asociados a una creación, legalmente. En el extremo contrario estaría el "copyleft", dar libertad absoluta para reproducir los contenidos. Y aún más extremo sería el caso del Dominio Público, que se produce, entre otros casos, cuando ha pasado tiempo suficiente desde el fallecimiento de un autor, por ejemplo.
En un nivel intermedio se situarían las licencias Creative Commons, una herramienta en la que es el propio autor quien decide bajo qué condiciones se puede reproducir un contenido en Internet. Desde reconocer al autor, a si puede ser utilizada con fines comerciales, crear obras derivadas a partir del original o si puedes compartirla.
Parece lógico pensar que, si no utilizas una licencia "copyleft", es porque al menos quieres reservarte como autor una propiedad moral sobre tu obra, es decir, que quien la vaya a utilizar te reconozca como creador. Yendo al extremo opuesto, si tampoco utilizas un "copyright", parece lógico pensar que no quieres una contraprestación económica a cambio, por ejemplo porque quieres que todo el mundo tenga acceso a tu creación.
Ahí es donde se debe valorar el resto de opciones. Dejando claro que el BY (reconocimiento) voy a utilizarlo, ¿qué hacer con el uso comercial, las obras derivadas y el modo de compartirlas?
Una alternativa que me parece lógica es que si tú no vas a rentabilizar comercialmente tu obra, tampoco quieras que otro lo haga por ti, así que la opción NC (no comercial) parecería obvia. El problema puede venir por un lado en la dificultad de utilizar contenidos de otros autores, que tal vez te imponen una licencia SA (compartir igual) concreta, y por otro que aunque tú en teoría no lo rentabilices, es probable que estés utilizando una plataforma (por ejemplo, blogger o wordpress) en la que se inserten de forma automática anuncios publicitarios; y ahí ya hay una rentabilización económica, aunque no seas consciente de ello. Así que lo más sencillo es no restringir.
Respecto del compartir igual (SA), también soy partidario de esta opción. Yo he hecho un trabajo, lo comparto, y el que lo use que no le ponga más puertas al campo de las que yo he puesto. Y precisamente para no poner más puertas, si alguien a partir de mi obra puede hacer algo mejor, que lo haga: que pueda modificar, por tanto sin restricción ND (permitir obras derivadas).
Por tanto, esta es la opción que yo he elegido para mi blog: BY-SA. Las dos imágenes que acompañan esta entrada de hecho utilizan la misma licencia. Y lo mismo para los artículos del repositorio PROCOMÚN. De esta manera me garantizo no tener apenas problemas de compatibilidad de licencias, tal y como se muestra en la siguiente tabla:
La primera parte del problema ya nos habrá surgido antes, cuando nosotros mismos hemos podido (re)utilizar los contenidos de otros autores. Habremos verificado antes de usarlos si efectivamente nos han autorizado a ello, y de nuevo, bajo qué condiciones.
Tenemos la (mala) costumbre de pensar que aquello que está en la red, y que puedes conseguir tan fácilmente como capturando una pantalla o dando a la opción "Guardar como..." del botón derecho, es gratis. Que no hay que pagar por ello. Y tal vez sea cierto que no hay que pagar con dinero, pero sí al menos con el respeto hacia quien ha podido invertir mucho tiempo y esfuerzo en elaborar un trabajo, y cuando menos habrá que reconocérselo. Y si no se puede guardar, quién me impide "plagiar" una idea...
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| Antonio Monje Fernández. Semáforo de licencias. [CC-BY-SA] Presentación de Antonio Monje (CeDeC) sobre recursos educativos abiertos en Interdidac 2015: https://es.slides hare.net/educacionlab/recursos-educativos-abiertos-interdidac-2015 (Fecha de consulta 2018). |
Una solución al problema son las licencias. Desde el copyright, que preserva la titularidad y todos los derechos asociados a una creación, legalmente. En el extremo contrario estaría el "copyleft", dar libertad absoluta para reproducir los contenidos. Y aún más extremo sería el caso del Dominio Público, que se produce, entre otros casos, cuando ha pasado tiempo suficiente desde el fallecimiento de un autor, por ejemplo.
En un nivel intermedio se situarían las licencias Creative Commons, una herramienta en la que es el propio autor quien decide bajo qué condiciones se puede reproducir un contenido en Internet. Desde reconocer al autor, a si puede ser utilizada con fines comerciales, crear obras derivadas a partir del original o si puedes compartirla.
Parece lógico pensar que, si no utilizas una licencia "copyleft", es porque al menos quieres reservarte como autor una propiedad moral sobre tu obra, es decir, que quien la vaya a utilizar te reconozca como creador. Yendo al extremo opuesto, si tampoco utilizas un "copyright", parece lógico pensar que no quieres una contraprestación económica a cambio, por ejemplo porque quieres que todo el mundo tenga acceso a tu creación.
Ahí es donde se debe valorar el resto de opciones. Dejando claro que el BY (reconocimiento) voy a utilizarlo, ¿qué hacer con el uso comercial, las obras derivadas y el modo de compartirlas?
Una alternativa que me parece lógica es que si tú no vas a rentabilizar comercialmente tu obra, tampoco quieras que otro lo haga por ti, así que la opción NC (no comercial) parecería obvia. El problema puede venir por un lado en la dificultad de utilizar contenidos de otros autores, que tal vez te imponen una licencia SA (compartir igual) concreta, y por otro que aunque tú en teoría no lo rentabilices, es probable que estés utilizando una plataforma (por ejemplo, blogger o wordpress) en la que se inserten de forma automática anuncios publicitarios; y ahí ya hay una rentabilización económica, aunque no seas consciente de ello. Así que lo más sencillo es no restringir.
Respecto del compartir igual (SA), también soy partidario de esta opción. Yo he hecho un trabajo, lo comparto, y el que lo use que no le ponga más puertas al campo de las que yo he puesto. Y precisamente para no poner más puertas, si alguien a partir de mi obra puede hacer algo mejor, que lo haga: que pueda modificar, por tanto sin restricción ND (permitir obras derivadas).
Por tanto, esta es la opción que yo he elegido para mi blog: BY-SA. Las dos imágenes que acompañan esta entrada de hecho utilizan la misma licencia. Y lo mismo para los artículos del repositorio PROCOMÚN. De esta manera me garantizo no tener apenas problemas de compatibilidad de licencias, tal y como se muestra en la siguiente tabla:
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| Fuente: INTEF. |
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